Fiestas de San Joan Ciutadella
La fiesta de San Juan, celebrada entre el 23 y el 24 de junio, se alza como la festividad más grandiosa de Menorca, un auténtico estallido de júbilo y tradición que impregna la isla de un aire festivo y vibrante. Sus raíces se hunden en las reuniones obreras surgidas tras la conquista de Menorca en 1287. Lo que comenzó como una celebración local ha florecido en un evento de resonancia no solo nacional, sino también internacional, atrayendo a visitantes de todos los rincones del mundo.
Textos y Fotos: Guillermo Cachero
La obrera, institución creada para administrar la iglesia rural de San Juan de Artrutx, vio la luz en 1301, cuando se confirmó su papel en la administración de la parroquia. Esta junta estaba formada por representantes de los distintos estamentos sociales, conocidos como "obrers" (obreros) o "caixers" (cajeros). La integraban un sacerdote, un noble, un maestro artesano y dos arrendatarios de fincas. En el siglo XVII, se añadió un representante de los artesanos, encargado de portar la bandera. Estos cargos exigían una asistencia regular a la iglesia, especialmente en la víspera de San Juan, asegurando así la participación y el compromiso comunitario.
El 24 de junio, el corazón de la festividad late con fuerza en una misa celebrada en la parroquia, a la que los participantes acuden a caballo, pues San Juan de Artrutx se encuentra a cinco kilómetros de Ciutadella. Antes de emprender el viaje, los jinetes se reúnen en la plaza del Born de la Ciutadella, antigua sede del palacio del Gobernador, para solicitar permiso de salida, ya que al anochecer se cerraban las puertas de la muralla de la ciudad.
Así, entre el repicar de los cascos de los caballos y el fervor de los participantes, la fiesta de San Juan transforma Menorca en un mosaico de historia, tradición y celebración, uniendo pasado y presente en un abrazo festivo que resuena más allá de las fronteras de la isla.
Durante el día 23, a las cinco de la tarde, la plaza del Born se viste de gala para recibir a los jinetes, majestuosos en su traje "de just" (de hombre justo), donde el caballo menorquín, imponente y elegante, se convierte en el protagonista indiscutible de la jornada. Los sementales de raza menorquina desfilan con gracia y orgullo, formando una cabalgata que recorre calles y plazas, aclamada por una multitud expectante.
Los asistentes, engalanados con pañuelos rojos al cuello, sombreros y vasos de pomada en mano, esperan con ansias la llegada de la "qualcada". La pomada, una refrescante bebida típica de Menorca, mezcla ginebra de la marca Gin Xoriguer, originaria de Mahón, con limonada, añadiendo un sabor festivo a la celebración. La multitud impaciente llena cada rincón de la plaza del Born, aguardando el momento culminante.
Por una de las calles que desembocan en la plaza, se acercan los jinetes. El ambiente se electrifica cuando los músicos tocan la melodía que marca el inicio de la fiesta. En un estallido de alegría, los jinetes, en el tradicional "jaleo", hacen saltar a sus caballos, demostrando sus habilidades ecuestres. Al ritmo de la música, los caballos avanzan entre la multitud que se abre a su paso, creando un espectáculo fascinante.
La aglomeración es tal que los caballos apenas pueden avanzar. La multitud, con las manos extendidas, toca a los caballos mientras estos levantan sus patas delanteras al máximo, como si danzaran al compás de la música y los vítores. En este momento, se produce una simbiosis mágica entre jinetes, caballos, música y espectadores, generando una experiencia única y emocionante, digna de ser vivida al menos una vez en la vida.
Los jocs des pla añaden una nota vibrante y competitiva a la ya festiva atmósfera de la celebración de San Juan. El día principal de la fiesta es el 23 de junio, con el caragols des Born en la plaza, como ya hemos descrito, y con la figura emblemática del representante de San Juan Bautista, quien recorre las calles de la ciudad descalzo, llevando un cordero blanco en sus hombros. Lo que más impresiona a los espectadores es la pureza del blanco del cordero, un símbolo de inocencia y renovación.
El 24 de junio, por la mañana, se celebran los ensayos de los jocs des pla, y por la tarde, comienza la verdadera competencia. Este es uno de los eventos más esperados de las fiestas. Los juegos tienen lugar en una explanada junto al puerto, conocida como Pla. Por la mañana, durante los ensayos, la multitud es mucho menor, permitiendo a los curiosos disfrutar de una vista más tranquila de la preparación.
Los jocs des pla consisten en varias pruebas de habilidad ecuestre. Entre ellas, destaca el ensortija. Este juego, reminiscente de antiguos torneos medievales, consiste en colgar una anilla de un hilo para que los jinetes, galopando a toda velocidad, intenten ensartarla con una lanza de madera. Esta tradición tiene sus raíces en una costumbre donde una dama lanzaba un anillo que los jinetes debían recoger con su lanza. Cada participante tiene tres intentos para lograrlo, y aquellos que lo consiguen regresan a su lugar con la punta de la lanza hacia abajo, señal de su éxito. El premio para los vencedores es una elegante cucharilla de plata.
La emoción y la alegría desbordante de la multitud, que vitorea y salta cada vez que un jinete acierta, llenan el aire. Es la fiesta más esperada y celebrada por los menorquines, marcando el clímax de las festividades de San Juan.
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