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HÔPITAL REYES  CATHOLIQUE

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Fotos y Textos: Guillermo Cachero

En el extremo occidental de la península ibérica, donde el horizonte se diluye en las brumas del océano Atlántico, emerge Huelva, una urbe que atesora los secretos más vetustos de la civilización occidental, aunque su memoria haya sido relegada al olvido de la historia.

 

Bajo el antiguo nombre fenicio de “Onos Baal”, cuya etimología resuena como “Fortaleza de Baal”, y más tarde rebautizada por los romanos como Onuba, esta ciudad ha sido testigo silente de los avatares de la historia, guardando en cada rincón relatos que yacen como tesoros sepultados en su suelo.

 

Esta tierra, bendecida por la munificencia de la naturaleza, se erige como un don celestial… enclave desde hace más de cinco mil años, desde el Calcolítico, pasando por tartesios, fenicios, íberos,cartagineses, romanos, visigodos, árabes y castellanos.

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La cuna de Tartessos y el brillo de sus tesoros

 

En el corazón de este territorio se gesta una de las civilizaciones más enigmáticas de la península ibérica: Tartessos. Surgida alrededor del primer milenio antes de Cristo, esta cultura prosperó gracias a los recursos naturales que ofrecían la desembocadura de los ríos Tinto y Odiel y las minas de Río Tinto, Tharsis y Aznalcóllar. Plata y estaño fluyeron desde sus entrañas, despertando la codicia de los comerciantes fenicios y griegos, quienes llevaron consigo la leyenda de un reino tan rico que sus metales, se decía, adornaron los salones del mítico rey Salomón.

 

Sin embargo, la historia de Tartessos se envuelve en un halo de misterio. Su rey más célebre, Argantonio, es mencionado por el historiador griego Heródoto, quien relata la hospitalidad con la que este monarca acogió a los griegos foceos. Argantonio no solo forjó alianzas, sino que ofreció su amistad en un gesto que, según los registros históricos, marcó un hito en las relaciones entre Oriente y Occidente. Tartessos, el reino que cruzó el umbral de las Columnas de Hércules, se convirtió en el límite del mundo conocido.

 

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El renacimiento de una civilización oculta

 

Pese a las escasas referencias antiguas, en las últimas décadas, los avances arqueológicos han permitido desenterrar fragmentos que reescriben la historia de Tartessos. Los hallazgos no solo confirman que Huelva fue un núcleo esencial de esta civilización, sino que extienden su influencia hasta el Algarve portugués y buena parte de Extremadura. Nuevas teorías sugieren que Tartessos no fue un reino aislado, sino una red cultural que abarcó gran parte del suroeste ibérico.

 

Con el paso de los siglos, el legado tartésico evolucionó. La llegada de los romanos transformó a los descendientes de esta civilización en los turdetanos, habitantes de la Bética, cuya huella se dispersó por Andalucía occidental y el suroeste de Extremadura. Aunque su identidad se diluyó en el entramado del Imperio Romano, su memoria persiste en los vestigios arqueológicos y en el susurro de la historia.

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   La Industria Minera a lo Largo de los Siglos: Historia, Esplendor y Transformación

 

La minería, como testigo y artífice del progreso humano, ha atravesado siglos entre luces y sombras, dejando huellas indelebles en la economía y la sociedad. Desde las entrañas del Imperio romano, cuando alcanzó su primer apogeo, hasta las modernas operaciones del siglo XXI, el relato de la industria minera es una crónica de ambición, esfuerzo y transformación.

 

De la Antigüedad al Renacimiento Minero

 

En la Roma antigua, la extracción de minerales fue motor de riqueza y expansión. Pero, con la caída del imperio, las minas quedaron en silencio, sus herramientas oxidadas bajo el peso del tiempo. Fue en el siglo XVII cuando el resurgir de la minería comenzó a tomar forma, avivando el interés por las riquezas escondidas en el subsuelo.

 

Un momento clave en esta historia ocurrió en 1873, cuando la compañía británica The Riotinto Company Limited adquirió las minas de Riotinto, en Huelva, por 92 millones de pesetas, una cifra deslumbrante para la época. Este hecho marcó el inicio de una era de prosperidad industrial que no solo dinamizó la economía local, sino que transformó a la región en un epicentro minero mundial. Más de 10,000 trabajadores encontraron empleo en sus yacimientos, pero el costo humano y ambiental de esta bonanza fue inmenso.

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La Lucha en las Profundidades

 

En las entrañas de Riotinto, el precio del progreso fue pagado con sangre y sudor. Las condiciones laborales eran miserables: jornadas agotadoras, insalubridad extrema y la exposición constante a la contaminación cobraban vidas a un ritmo alarmante. En 1888, la indignación culminó en una manifestación histórica que exigía derechos para los mineros, entre ellos la eliminación del trabajo infantil y femenino, la reducción de jornadas, y una jubilación anticipada ante la corta esperanza de vida.

 

La respuesta fue brutal. La represión militar, conocida como “el año de los tiros”, dejó un saldo de muertos que tiñó de rojo el suelo minero, un recordatorio de los sacrificios hechos en nombre del progreso.

El Renacer de Riotinto: Entre Patrimonio y Futuro

Tras décadas de inactividad, las minas de Riotinto volvieron a latir bajo la batuta de Atalaya Mining. La extracción a cielo abierto del cobre ha reactivado la economía local, pero con un enfoque innovador que combina tecnología y sostenibilidad. Sin embargo, el renacimiento de Riotinto no se limita al ámbito industrial; hoy, la historia y el presente de la minería convergen en una apuesta audaz por el turismo.

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Vagón real en Museo Rio Tinto

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Museo Rio Tinto

Riotinto Experience: Un Viaje al Corazón de la Historia Minera

 

En el vibrante corazón de la Cuenca Minera, la iniciativa Riotinto Experience propone un viaje único al pasado y presente de la minería, invitando a los visitantes a sumergirse en un mundo de hierro, historia y esfuerzo humano. La experiencia comienza en el Museo Minero, donde los participantes se preparan para la aventura: cascos, chalecos reflectantes y gafas de protección les equipan para adentrarse en el escenario real de una mina en actividad.

 

A bordo del imponente vehículo todoterreno Torsus Praetorian, diseñado para conquistar los terrenos más hostiles, los visitantes recorren durante 90 minutos el epicentro de una de las actividades industriales más icónicas del país. La travesía revela un espectáculo de contrastes: la colosal maquinaria en plena operación, los procesos tecnológicos que transforman el mineral y paisajes que quitan el aliento, desde el abismo de la corta minera hasta las vistas panorámicas desde sus alturas.

 

Pero Riotinto Experience no se detiene ahí. En una carpa especialmente diseñada, una pantalla panorámica despliega un audiovisual inmersivo que complementa la visita, sumergiendo al público en la esencia de este mundo industrial. Esta innovadora propuesta no solo diversifica la oferta económica de la región, sino que también preserva y celebra el vasto patrimonio histórico de la minería en Riotinto.

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Ferrocarril de la época que se efectúa el recorrido

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En el recorrido que se efectúa con el tren minero, se ven vagonetas y máquinas de ferrocarriles que quedaron abandonadas después del cierre.

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Rio tinto con el color de sus aguas que le da nombre. 

Puente de hierro 

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Muelle de Hierro en la ria de Huelva donde llegaba el ferrocarril y descargaba mineral en los buques. 

Un Viaje en el Tiempo: El Ferrocarril Minero

 

Otro de los atractivos estrella es el tour en el legendario ferrocarril de la época, un símbolo del cambio y el progreso que marcó el inicio de la revolución industrial en esta comarca. Durante una hora y media, los visitantes reviven el trayecto que, hace más de un siglo, efectuaban los trenes cargados de mineral desde las minas hasta el puerto de Huelva.

 

En vagones y locomotoras restaurados con meticuloso detalle, el recorrido abarca 12 kilómetros a lo largo del curso del río Tinto, ofreciendo paisajes de belleza natural que contrastan con la huella del pasado industrial. Los guías narran la fascinante historia de esta línea ferroviaria: un proyecto que, en 1873, sustituyó el lento transporte mediante carros de bueyes y mulas, optimizando el traslado del mineral hasta los barcos en el puerto.

 

La Revolución sobre Rieles

 

Construido por la Riotinto Company Limited, el ferrocarril fue una obra monumental que transformó la región. Adaptado a un terreno difícil, el trazado incluyó la construcción de ocho puentes de hierro forjado, cinco túneles y un icónico muelle de hierro en Huelva. Estas infraestructuras no solo facilitaron el transporte del mineral, sino que se convirtieron en símbolos de una nueva era.

 

Aunque el tren dejó de operar comercialmente en 1975, y su último descenso tuvo lugar en 1984, el ferrocarril vive hoy como un valioso testimonio del esfuerzo humano y la innovación que marcaron un antes y un después en la minería española.

 

Con Riotinto Experience, la historia deja de ser un eco distante para convertirse en una vivencia tangible, un tributo a las manos que modelaron montañas y a las máquinas que dieron forma al progreso. Una invitación a mirar atrás y, a la vez, soñar con el futuro.

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El polo de desarrollo

 

Tras el esplendor minero que durante los siglos XIX y XX sustentó las economías locales, el paisaje de Huelva se transformó, cediendo el protagonismo a las chimeneas de las fábricas, en un tributo amargo que esta tierra olvidada tuvo que pagar.

 

La visión de erigir un complejo químico ya se vislumbraba en 1870, pero no fue hasta 1964, bajo el régimen del dictador Franco, y con la aprobación de terrenos por parte del ayuntamiento de Huelva, cuando se materializó la construcción del Polo de Promoción Industrial. Se justificó este paso como una medida para contrarrestar la alta emigración de los habitantes y paliar el desempleo y el subdesarrollo que aquejaban la zona en aquel momento. De esta manera, se atrajeron empresas que encontraban rechazo en otras partes de España, como Río Gulf Petroquímica, Ertisa, Río Tinto Minera, Foret, Interquímica, Fosfórico Español, Odiel Química, Fertiberia, Derivados del Flúor, entre otras. Posteriormente, con la reestructuración industrial de las décadas de 1980 y 1990, se sumaron al panorama empresas como CLH, Atlantic Copper, Cepsa, Ence, FMC Foret o Repsol.

 

Sin embargo, este progreso industrial no estuvo exento de sacrificios humanos. Una vez más, los habitantes de Huelva pagaron un alto precio con sus vidas en pos de alcanzar un nivel de vida medianamente digno. Las emanaciones contaminantes de estas fábricas no solo afectaron a la ciudad, sino que se extendieron por toda la provincia, generando una degradación ecológica alarmante. El grave problema medioambiental desencadenó consecuencias devastadoras, con numerosos casos de cáncer que segaron vidas y continúan afectando a muchos más en la actualidad, consecuencia directa de años de exposición a la contaminación.

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La Punta del Sebo: De Refugio Estival a Vestigio de un Pasado Industrial

 

Mientras ciudades andaluzas como Málaga construían su prosperidad sobre los encantos del litoral y la vitalidad de la vida marinera, transformando enclaves como Torremolinos y Marbella en destinos icónicos de la Costa del Sol, en Huelva, el panorama era distinto. Las playas cercanas, antaño refugio estival de los onubenses, comenzaron a desdibujarse bajo el peso del desarrollo industrial.

 

La Punta del Sebo, que en otro tiempo fue un animado lugar de esparcimiento, perdió su brillo y su esencia. A medida que las fábricas se expandieron, las aguas limpias que una vez bañaron su costa se convirtieron en vertederos contaminados. Hoy, en ese espacio donde resonaban risas y se tendían toallas al sol, solo queda el eco de un pasado industrial y un único testigo silente: el imponente Monumento a Colón.

 

Un Legado en Piedra

 

Esta obra, inaugurada en 1929, es un recordatorio de tiempos más ambiciosos para la ciudad. Creada por la escultora norteamericana Gertrude Vanderbilt Whitney, bajo el auspicio del Columbus Memorial Fund, el monumento se erige como un tributo al navegante genovés y a su trascendental papel en la historia universal. Sin embargo, el significado de la escultura ha estado envuelto en polémica.

 

Algunos interpretaron que la figura representada no era Colón, sino un fraile franciscano, quizás inspirado por la conexión histórica entre los religiosos y el viaje hacia el Nuevo Mundo. Pero la propia Whitney disipó cualquier duda: su obra, aseguró, es una representación inequívoca de Cristóbal Colón. El navegante aparece abrazado a una cruz, un gesto cargado de simbolismo para la artista, quien veía en el descubrimiento de América no solo un acto de exploración geográfica, sino también la llegada del cristianismo a un continente desconocido.

 

El Silencio de la Punta

 

Hoy, la Punta del Sebo no es más que un rincón apartado, dominado por las fábricas y el aroma agrio de la industria. La playa que alguna vez acogió a generaciones de onubenses se ha convertido en un recuerdo borroso. Solo el monumento permanece, enfrentando al tiempo y al olvido, como un faro de piedra que aún guarda las historias de grandeza, controversia y pérdida que forjaron la identidad de esta tierra.

 

En el contraste entre el esplendor turístico de otras costas andaluzas y la realidad de Huelva, se despliega un relato complejo, donde la historia y el presente dialogan sobre los sacrificios y los legados de la modernidad.

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Ante esta situación, aquellos que ansiaban días de sol y mar se vieron obligados a desplazarse hacia poblaciones vecinas como Punta Umbría, Laguna del Portil e Isla Cristina para refrescarse en las aguas litorales. La construcción de un puente sobre la ría no solo acortó distancias, sino que también estrechó los lazos entre Huelva y estas localidades, facilitando así el acceso a la costa y transformando el paisaje urbano.

 

Este avance no solo facilitó el acceso de los habitantes de Huelva a las playas vecinas, sino que también propició la movilidad laboral. Las fábricas requerían mano de obra, y la proximidad ofrecida por el puente impulsó el flujo de trabajadores desde las poblaciones circundantes hacia las industrias de la capital, generando así una simbiosis económica que fortaleció la región.

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Huelva: Retorno a las Raíces y el Esplendor de la Tierra

 

Después de siglos marcados por la explotación minera y el avance industrial que transformaron su paisaje natural en un escenario de contaminación, Huelva parece encontrar su redención al reconectar con sus raíces ancestrales. Estas raíces, profundamente arraigadas en la agricultura y la ganadería, evocan un pasado de equilibrio con la tierra, como lo reflejan los tartesios, aquella civilización mítica que Heródoto describió como la primera organizada de la península ibérica.

 

Entre los relatos del historiador griego, emerge la figura de Argantonio, el legendario monarca que gobernó el reino tartésico en el ocaso del segundo milenio antes de Cristo. Se dice que vivió 120 años, en una época libre de las penurias y la devastación asociadas a la minería y la polución industrial que vendrían después. Aquella era gloriosa, definida por la armonía entre el hombre y la naturaleza, parece revivir hoy en los campos, huertas y costas de Huelva.

 

La Tierra Generosa de Huelva

 

En este retorno a lo esencial, Huelva ofrece un mosaico de sabores únicos y productos de calidad excepcional. Las dehesas se extienden como lienzos vivos donde se crían los cerdos ibéricos, cuya carne, transformada en jamón de bellota, alcanza una calidad incomparable. Pero la generosidad de esta tierra no termina aquí: los campos fértiles producen una explosión de colores en forma de frutas, verduras y legumbres que nutren tanto a los habitantes locales como a los mercados internacionales.

 

Entre estos cultivos, la fresa ocupa un lugar destacado, no solo por su calidad reconocida a nivel mundial, sino por el dinamismo económico que genera. Huelva y su provincia son el segundo epicentro mundial en la producción de fresas, tecnología e investigación agrícola, solo superado por California. Durante la temporada de recolección, entre 80,000 y 100,000 personas encuentran empleo en esta industria, siendo muchas de ellas mujeres que cosechan también arándanos, frambuesas y moras, consolidando el liderazgo de Huelva en el sector de los frutos rojos.

 

A este panorama se suma la pujanza de la producción cítrica, que posiciona a Huelva como una de las principales regiones productoras de Andalucía, confirmando su relevancia en la agricultura nacional.

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